Archive: 30 noviembre, 2022

Los guarritos

El juego de los guarritos era uno de los más populares en la comarca de los Llanos de Olivenza. En especial, se practicaba mucho tanto en Barcarrota como en Olivenza. En este último es el más popular.

La expresión utilizada para referirse a un hoyo en el terreno de juego es la de “gua”, de ahí a que los juegos en los que éste se haga, la llevan en su nombre. Ejemplo de ello serían “los guarritos” y “chinche y gua”.

  • Organización: entre cinco y siete jugadores
  • Material: pelota de tenis (o alguna del mismo tamaño)
  • Desarrollo: con el orden establecido de los jugadores, estos hacen su gua (hoyo en la tierra) pegado a la pared y han de colocarse aproximadamente a unos tres metros de los mismos. Empieza a tirar la pelota el primer jugador, habiendo dos posibles opciones: meter o no meter la pelota en el “gua”. En el caso de no conseguirlo, le tocaría el turno al siguiente y así sucesivamente.  Sin embargo, si éste logra que caiga dentro de algún “gua”, todos los participantes se alejan excepto el jugador al que pertenece dicho agujero, que tiene que correr hacia la pelota para darle con ella a alguno de sus compañeros. Si lo hace, se le pone una piedrecita al jugador en cuestión. Sin embargo, en caso de no darle, la piedrecita sería para el que tiró la pelota.

El participante que obtiene tres piedras en su “gua”, tiene que tirar la pelota contra la pared y desde donde ésta cae, el resto de participantes tiene que tirarle tres pelotazos antes de continuar el juego.

 

Fuente:

Así es Cheles

El pueblo de Cheles cuenta con una canción que habla sobre él. Ésta fue escrita por un vecino de la localidad llamado Jacinto Gil Sierra y compuesta por su amigo y también músico Alberto Lebrato Ramiro. Este último fue quien tuvo la iniciativa, ya que en la década de los 60, durante su juventud, vivió en Olivenza y acudió en numerosas ocasiones al casino de Cheles para actuar.

Fue el 15 de agosto de 2016 cuando se cantó por primera vez en el campo de fútbol de la localidad pacense durante la fiesta “Vente a la era”, concretamente en el momento de la recreación de las tradicionales tareas agrícolas. Fue interpretada por el coro “La Ilusión”, perteneciente a la asociación de mujeres y cuya dirección estaba a cargo de Juan Miguel Méndez Peña, músico de Alconchel.

Coro «La Ilusión» interpretando la canción «Así es Cheles». Fotografía del Diario HOY de Extremadura.

Desde entonces, todos los vecinos presumen de tener una canción propia.

La letra está compuesta por un estribillo y seis estrofas. La primera de ellas es una declaración de amor hacia el pueblo y en las que le siguen se hace un recorrido por el pueblo describiendo sus rincones más emblemáticos. Por su parte, el estribillo hace alusión a la alegría que se siente al volver a Cheles cuando no vive allí.

Por su parte, la música que Alberto Lebrato compuso para esta canción es un pasodoble, con un compás rítmico para hacer de ella una canción alegre y todo el mundo pueda recordar.

La letra de la canción dice así:

Así es mi Cheles, pueblo querido

tesoro que late en mi corazón.

Junto a la Raya fuego encendido,

orgullo vivo del mismo Sol.

 

Sal de la plaza, calle del Conde

sube a la torre llena de historia

y bajo el arco, en fresca sombra,

contempla el Cristo de nuestra fe.

 

Estribillo:

Cheles, pueblo escondido,

de Extremadura lo más profundo,

llegan los aires de Portugal.

¡Cheles! gritan tus hijos

que por el mundo se han repartido

cuando regresan a tu solar.

 

Desde Cruz Blanca hasta el Pilar

tus calles bullen con la alegría

que ocio y quehaceres de cada día

nos sacan fuera de nuestro hogar.

 

Prados, senaras, bosques de encinas,

Fontana, Cuevas, Matodecampo,

olivos, huertas, vacas y guarros

llenan la olla en las cocinas.

 

Estribillo

 

El río Guadiana marca tu linde,

sus aguas bravas movían molinos,

más el embalse al ensancharlo

cría los peces de tus festines.

 

Y por las noches llenas de estrellas

sosiego, charlas, la fiesta en paz

la Vía Láctea indica el camino

hacia las luces de Monsaraz.

 

Estribillo

Partitura de «Así es Cheles», de Jacinto Gil Sierra y Alberto Lozano.

 

Fuentes:

La tía Lechona

En La Codosera, desde mediados del siglo XX había un personaje conocido por todos, la Tía Lechona.

Mientras se paseaba por el pueblo era común encontrarse varios sapos colgando de las parras, atados por una pata y con un plato colocado debajo, preparado para ir recogiendo la baba que fuese cayendo de éstos.

Diversos eran los rituales que implicaban a sapos. Hay gente del pueblo que recuerda haber visto, pasando el arroyo Abrilongo, un sapo enorme (zapallón) con la piel de medio cuerpo arrancada. Parece ser que las brujas cogían su piel, la metían en una caja y la introducían en el horno. Una vez ya secada, la molían y quedaba como una harina que servía para mezclar con almendras, caramelos o incluso echar un poquito en el agua para, así, acabar contigo.

A los niños, desde bien pequeños, se les enseñaba a hacer la higa con los dedos para protegerse de los hechizos y males de ojo cada vez que pasaban por la puerta de la Tía Lechona.

La higa o figa es un amuleto en forma de puño cerrado, con el dedo pulgar asomando levemente entre el dedo índice y corazón. Se desconoce su origen, pero es un símbolo mágico extendido por gran parte de Europa y el Mediterráneo.

Amuleto de la higa (Imagen sacada del libro Extremadura secreta: Brujas, sabias y hechiceras de Israel J. Espino)

Tradicionalmente, se ha utilizado para repeler los supuestos efectos del mal de ojo transmitido por determinadas personas. Se consideraba que los más propensos a estas miradas aviesas eran los niños y los ancianos.

El mal de ojo ha sido considerado, desde siempre, una herramienta que permite equilibrar conflictos entre sociedades pequeñas o cerradas. Servía para establecer los límites morales y sociales de la comunidad, definiendo como aojadores a todas aquellas personas que se consideraban indeseables: viejas, forasteros, tullidos e, incluso, gitanos.

Aunque este aojamiento puede ser voluntario, aprovechando la envidia de la persona que lo realiza, también se puede dar el caso de que sea involuntario, debido a la fuerza que alguien pueda tener en sus ojos sin ser capaz de controlarla.

Fuentes:

  • J. Espino, Israel (2019). Extremadura secreta; brujas, sabias y hechiceras
  • Uriarte López, Luis María (1994). La Codosera; Cultura de fronteras y fronteras culturales
  • La imagen de la portada es de Kayla Maurais, disponible en Unsplash

El barquero del colmillo

En el pueblo de Cheles se cuenta la leyenda de que, durante años, hubo una figura a la que llamaban “El Barquero del Colmillo”. Según dicen, éste era un vampiro de nacionalidad portuguesa, vestía una capucha holgada de color marrón que impedía ver su rostro y una capa de color negro puesta sobre su espalda.

El nombre con el que lo bautizaron se debe a que siempre iba montado en una barca rectangular de color negro y que, a pesar de que no se le veía el rostro, sí dejaba asomar por debajo de la capucha un descomunal diente que le salía de la boca, de apariencia como el de un jabalí.

El barquero portugués se ocultaba entre los matorrales que existen en medio del cauce del río Guadiana y el recorrido lo hacía de pie con un palo largo que le servía para mover la barca con más fuerza y rapidez, además de servirle de punto de apoyo.

De generación en generación, esta figura ha sido utilizada para amedrantar a los niños, evitando así que se acercasen a la orilla del Guadiana. Esto se debe a que durante muchos años han sido muchas las personas que han aparecido sin vida en el río. Esto se ha podido confirmar gracias a la consulta que el investigador extremeño, Fermín Mayorga, realizó en el libro de defunciones de la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción.

La casualidad de que todas las muertes fuesen de la misma forma y durante años sucesivamente, llevó a confirmar que el Barquero del Colmillo era el único responsable de dicho destino ya que le caracterizaba su rapidez para alcanzar a las víctimas, a las que les clavaba su largo colmillo, extrayéndole la sangre para alimentarse con ella, dejándolos desangrados y tirados en el cauce del río Guadiana aparentando ser una muerte accidental a causa de ahogamiento.

Además, según se cuenta en la población, éste tenía predilección por los niños ya que la sangre de los mismos está totalmente limpia, ya que la de los adultos es más probable que esté contaminada de alcohol u otras drogas.

Esta leyenda recobró más fuerza cuando Ramón Pitera González, un adolescente de 14 años y nacido en Cheles, fue hallado flotando en el Guadiana. En el libro de defunciones se deja constancia del registro de su muerte y dice así:

“D. Fernando Rodríguez Madora, Médico titular de esta villa de Cheles y Cristóbal Falcato, sangrador Flebetomítico, dictaminan que la muerte fue producida a consecuencia de asfixia por estrangulamiento ignorándose el día y hora que pudiera tener efecto. Se le dio sepultura eclesiástica al citado cadáver según las preces que obliga el ritual romano. Cheles 22 de junio de 1891. Firmado Joaquín Manzano”.

A día de hoy, se cuenta que por el embalse de Alqueva se ve navegando a este sacasangres en las noches de luna llena, esperando a su próxima víctima.

 

Fuentes:

Aparición mariana de La Codosera

Cerca de La Codosera se encuentra un paraje denominado Chandavila en el que, en 1945, se produjeron unas supuestas apariciones marianas que llamaron la atención a todos los vecinos de la zona. Las testigos de estas apariciones fueron, Marcelina, Dolores y Afra.

Marcelina

El 27 de mayo de 1945 a las tres de la tarde, Marcelina Barroso, de nueve años, iba con su prima Agustina González, de la misma edad, desde La Codosera hasta el caserío El Marco para cumplir un encargo de la madre de Marcelina. El encargo era conseguir un poco de café y tabaco, algo característico del contrabando de la época.

El camino que tomaron para ello era considerado un camino peligroso, ya que no era el camino que hay actualmente, sino que era uno situado más a la izquierda. Se le consideraba peligroso no solo por ser el camino del contrabando, sino también porque pasaba cerca de la conocida “Casa del miedo”.

En la foto se puede ver a Dolores, sujetando una vara, seguida de Marcelina a la derecha y Afra a su lado (Imagen sacada del libro La Codosera, un pueblo con raíces y costumbres rayanas de José Luis Olmo Berrocal)

Mientras realizaban el encargo, sobre las 10-11 a.m., habían recorrido poco más de tres kilómetros cuando, al pasar por lo que se conoce como Chandavila, Marcelina se fijó en un oscuro y extraño bulto que se veía sobre un castaño. Centrada en cumplir con el encargo de su madre, no le hizo mucho casó y, como tenía que volver a pasar por ahí a la vuelta, ya miraría mejor luego.

Volviendo ya del encargo y pasando de nuevo por Chandavila, Marcelina tenía curiosidad y volvió a mirar sobre el castaño para ver si aquel bulto seguía allí, solo ella lo vio, su acompañante no. Cuenta la tradición que esa fue la primera aparición de la Virgen.

A llegar a casa, Marcelina se lo contó a su madre, quien le dijo que no lo se contara a nadie. Sin poderse aguantar, se lo contó a su abuela, quien habló con su madre para intentar que la niña pudiera hablar de ello con más gente, sin mucha suerte. Marcelina, junto a su abuela, fueron a ver al vecino de ésta, se llamaba Pacucho, quien le dijo que volviera a llevar a la niña a Chandavila. Así lo hizo, al día siguiente Marcelina volvió a ver a la Virgen y entonces volvieron a hablar con su madre y a partir de ahí ya lo supo todo el pueblo.

Marcelina siguió yendo a Chandavila todos los días, ya que siempre la citaba la Virgen para hablar con ella, unos días a una hora y otros a otra. Su madre le decía que la gente no la creía, que esto era mentira y el cura, que no la creía, le dijo que la próxima vez que viera a la Virgen, le preguntara qué es lo que quería y le pidiera que hiciera un milagro.

El 4 de junio, por la mañana, Marcelina volvió a ver a la Virgen y ésta le pidió que volviera por la tarde, que haría un milagro y Marcelina así lo hizo. Esa tarde se corrió la voz y había más de 3000 personas con ella, entre ellas, el alcalde, la Guardia Civil, médicos, curas, etc., todo el mundo pendiente de Marcelina y de la Virgen.

Cuando se le apareció la Virgen, le dijo a Marcelina que caminase de rodillas hasta ella, tenía que ir desde donde antes estaba el regato (Marcelina pone énfasis en que la Virgen le dice regajo), ahora carretera, hasta el castaño, con todo lleno de piedras, erizos, espinos y terrones resecos. La Virgen le dijo que no se preocupara y le aseguró que, por donde ella fuera andando, iría colocando una alfombra de hierbas y juncos. Marcelina comenzó entonces a andar de rodillas, abriéndose paso entre la multitud y se paró frente al castaño, donde permaneció unos diez minutos arrodillada en éxtasis. Cuando se le pasó el éxtasis, le preguntaron qué había visto y ella dijo que había visto a la Virgen, quien le había pasado la mano por la cara y le había dado un beso en la frente diciéndole “ya tienes el milagro”. Los médicos acudieron a ver a Marcelina cuando salió del éxtasis y vieron que no tenía nada.

Con los años, Marcelina tuvo más encuentros con la Virgen, en algunas ocasiones estuvo acompañada de su maestra, doña Josefa Martín y, en otras, de su amiga Afra.

Dolores

Dolores comenzó a ver las apariciones a los pocos días. La Virgen le había dicho a Marcelina que, junto a Dolores, fueran a Chandavila y allí fueron, acompañadas de todo el pueblo. Cuando estaban viendo la Virgen quedaron extasiadas y fue Dolores quién, de repente, se levantó con las manos pegadas y mirando al cielo empezó a marcar, paso a paso, el contorno exacto en el que iría la futura capilla a la Virgen de Chandavilla. Los informantes de la época aseguran que la huella de sus talones permaneció indeleble en el suelo hasta que los obreros pudieron allanar el terreno para cercar y plantar el actual jardín.

Dolores, tras salir del éxtasis y habiendo marcado el lugar, dijo que había marcado 17 m2 exactos y, como las autoridades no se fiaban, cogieron a un albañil y le pidieron que midiera para ver si era cierto lo que Dolores había dicho y así fue.

Diversos informantes hablan de que lo que marcó Dolores no es dónde está construida la actual ermita, sino que es un jardín que hay vallado arriba en la sierra. La ermita se construyó más abajo porque los albañiles decían que era muy difícil subir todos los materiales a la sierra.

Afra

Afra, en el centro, con sus amigos (Imagen sacada del libro La Codosera, un pueblo con raíces y costumbres rayanas de José Luis Olmo Berrocal)

De forma paralela a todos estos hechos narrados, se produjeron las visiones de Afra Brígido Blanco.

Afra al principio no creía, ni ella ni sus amigas, pero un día, nada más llegar a Chandavila creyó ver entre las nubes algo que parecía una capilla y una silueta con la forma de una cruz, aunque no le dio demasiada importancia. Al día siguiente volvió al mismo lugar a sentarse frente al castaño de las apariciones. Era la misma hora que el día anterior cuando vio salir, de entre las nubes, un objeto oscuro que, al irse acercando, dejaba clara la imagen de la Virgen Dolorosa con el rostro vuelto hacia la derecha. Afra, de la impresión, se desmayó y cuando volvió en sí, muy asustada, corrió hasta su casa.

Posteriormente, volvió a ver la aparición de forma prácticamente idéntica a la vez anterior. Esta vez entró en éxtasis y comenzó a andar de rodillas en dirección a la Virgen, por el regato. La Virgen le dijo que continuara caminando hacia ella, pero levantada y le dijo que siempre estaría a su lado. Le comunicó un secreto, le predijo grandes sufrimientos y al final le mandó un beso para Marcelina, que se encontraba allí junto a Afra, además de pedirle que se persignase. En apariciones posteriores, la Virgen le pidió el rezo del Santo Rosario y la construcción de una ermita en aquel lugar, así como que cantara en la misa solemne del día 4 de septiembre.

Más tarde, en el mes de julio, vísperas de Santiago, Afra estuvo con unas amigas visitando la ermita de Nuestra Señora de la Encarnación en Villar del Rey. Allí estaban Marcelina y Dolores también, ya que la Virgen les manifestó a ambas que fueran a ofrecer misa.

Afra acudió al templo mañana y tarde durante varios días y en una de sus visitas, cuando estaba realizando el Vía Crucis, entró en éxtasis y se desmayó. A raíz de esto, le salieron unas llagas en las manos con una incisión en el centro, otras en el costado y, por último, otras en los pies. Informantes cuentan que las llagas de las manos eran cuadriculadas y que, en Semana Santa, cuando llega jueves y viernes santo, siente como si la estuvieran crucificando.

Chandavila

Como hemos visto anteriormente, las apariciones de Chandavila se comienza a “oficializar” en 1945 pero, setenta y cinco años antes ya se había producido una posible aparición. En junio de 1870, una niña aseguró ver a la Virgen en Valleseco, cerca de Chandavila. Todos los vecinos del pueblo acudieron al lugar, cerca de donde se encuentra ahora el santuario de Chandavila y el párroco que había por entonces, Agustín Rubio Mero, ofició una misa de campaña en el lugar de la presunta aparición.

Tras todas estas apariciones, Marcelina estuvo en un colegio de religiosas de Villafranca de Los Barros para, más tarde, ingresar como religiosa en la Congregación de Hermanitas de la Cruz el 2 de agosto de 1975, en Sevilla. Allí se ha dedicado al cuidado de enfermos, huérfanos, pobres y ancianos, tomando el nombre de Sor María de la Misericordia de la Cruz. También cuentan haberla visto en el Hospital Infanta Cristina de Badajoz cuando su madre estaba enferma, cuidándola.

Por otro lado, Afra vivió y trabajó en un hospital de Madrid dedicándose a obras de caridad hasta su muerte el 23 de agosto de 2008, con 80 años y tras una larga enfermedad.

La Iglesia nunca se ha pronunciado de forma oficial sobre estos hechos, aunque permitió la construcción del Santuario el 27 de mayo de 1947, día en el que comenzaron las obras. El complejo religioso, denominado Santuario de Nuestra Señora de los Dolores de Chandavila, está compuesto por una pequeña capilla que cubre y encierra el castaño donde se apareció la Virgen y una iglesia de mayores proporciones, presidida por una imagen de Nuestra Señora de los Dolores.

En base a esto, todos los años tiene lugar una peregrinación religiosa muy concurrida el 27 de mayo.

Fuentes:

La Virgen del Soterraño

En Barcarrota se cuenta que a las afueras del pueblo la Virgen se le apareció a un pastor que se encontraba en unos riscos junto a una fuente.

El pastor vio un destello de luz junto a un zarzal y al fijarse bien, se dio cuenta que era la imagen de la Virgen de Soterraño. Al principio creyó que era una muñeca, por lo que la cogió con sus propias manos y se la guardó en el bolsillo para dársela a su hija. Esto no fue posible ya que cuando llegó a su casa, la Virgen había desaparecido y el pastor creyó que la había perdido de camino.

Pasaron unos días y justo en el mismo lugar, el pastor volvió a ver la imagen de la Virgen. Volvió a cogerla y la guardó en su zurrón, cerrando éste para que no se le perdiera de nuevo. Sorprendentemente, la Virgen volvió a desaparecer una vez que el hombre llegó a casa.

Como ya había sucedido dos veces, el pastor no perdió la esperanza y volvió a los riscos esperanzado de volver a encontrarla allí. Una vez pasado el tiempo, mientras estaba remendando una albarca escuchó una voz que decía:

– ¿Qué haces?

El pastor miró y se dio cuenta que esa muñeca tan bonita le estaba hablando.

– Cosiendo una albarca rota ¿Quién eres?

– La Madre de Dios. Y quiero que en este lugar se levante una capilla en mi honor. Y que en recuerdo de este día el pueblo se llame Villanueva de Albarcarrota.

 El pastor incrédulo con lo que estaba sucediendo, contó lo sucedido. A partir de ese momento el pueblo empezó a llamarse Villanueva de Albarcarrota y las gentes del mismo construyeron una capilla y, posteriormente, la iglesia.

Esta leyenda es la más popular y representativa de las leyendas barcarroteñas porque además de ser una leyenda mariana, explica el cambio toponímico de la localidad pasando de ser Villanueva del Víctor a Villanueva de Albarcarrota, que con el paso del tiempo acaba derivando en Barcarrota tal y como se conoce.

Además, también se mezcla con las leyendas naturalistas, en concreto con el viejo culto a las aguas, fuentes, manantiales, ríos y baños.

 

Fuentes:

La hormiga y el garbanzo

Érase una vez, una hormiga que se encontró un garbanzo y lo

iba a llevar a su hormiguero. Pero, cuando iba subiendo un

árbol, se le cayó el garbanzo por un agujero y no lo pudo

coger. Así que fue al hortelano y le dijo:

–Hortelano,

corte su arbolito,

para que yo pueda

sacar mi garbancito.

Y el hortelano le dijo que no. Entonces la hormiga fue al alguacil y le dijo:

–Alguacil, prenda al hortelano,

que no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

sacar mi garbancito.

Y el alguacil le dijo que no. Luego, la hormiga fue al alcalde y le dijo:

–Alcalde, prenda al alguacil, que el carcelero no quiere prender

al hortelano,

que no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

coger mi garbancito.

Y el alcalde le dijo que no. Después, la hormiga fue al rey y le dijo:

–Rey, riñe al alcalde, que el acalde no quiere prender al alguacil,

que el alguacil no quiere prender al hortelano,

que no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

coger mi garbancito.

Y el rey le dijo que no. Fue entonces la hormiga a la reina y le dijo:

–Reina, riñe al rey, que el rey no quiere reñir al alcalde, el acalde

no quiere prender al alguacil, el alguacil no quiere prender al

hortelano,

y el hortelano no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

sacar mi garbancito.

Y la reina le dijo que no. Fue entonces la hormiga al ratón y le dijo:

–Ratón, roe el cordón a la reina, que la reina no quiere reñir al

rey, el rey no quiere reñir al alcalde, el acalde no quiere prender al

alguacil, el alguacil no quiere prender al hortelano,

y el hortelano no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

coger mi garbancito.

Y el ratón le dijo que no. Fue después la hormiga al gato y le dijo:

–Gato, cómete al ratón, que el ratón no quiere roer el cordón a

la reina, la reina no quiere reñir al rey, el rey no quiere reñir al

alcalde, el alcalde no quiere prender al alguacil, el alguacil no quiere

prender al hortelano,

y el hortelano no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

coger mi garbancito.

Y el gato le dijo que no. La hormiga fue a casa del perro y le dijo:

–Perro, muerde al gato, que el gato no quiere comerse al ratón,

el ratón no quiere roer el cordón a la reina, la reina no quiere reñir

al rey, el rey no quiere reñir al alcalde, el alcalde no quiere prender

al alguacil, el alguacil no quiere prender al hortelano,

y el hortelano no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

coger mi garbancito.

Y el perro le dijo que no. La hormiga fue al palo y le dijo:

–Palo, pega al perro, que el perro no quiere morder al gato, el

gato no quiere comerse al ratón, el ratón no quiere roer el cordón

a la reina, la reina no quiere reñir al rey, el rey no quiere reñir al

alcalde, el alcalde no quiere prender al alguacil, el alguacil no quiere

prender al hortelano,

y el hortelano no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

coger mi garbancito.

Y el palo le dijo que no. Fue la hormiga a la candela y le dijo:

–Candela, quema al palo, que el palo no quiere pegar al perro,

el perro no quiere morder al gato, el gato no quiere comerse al

ratón, el ratón no quiere roer el cordón a la reina, la reina no quiere

reñir al rey, el rey no quiere reñir al alcalde, el alcalde no quiere

prender al alguacil, el alguacil no quiere prender al hortelano,

y el hortelano no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

coger mi garbancito.

Y la candela le dijo que no. Fue la hormiga a una charca y le dijo:

–Agua, apaga la candela, que la candela no quiere quemar el

palo, el palo no quiere pegar al perro, el perro no quiere morder al

gato, el gato no quiere comerse al ratón, el ratón no quiere roer el

cordón a la reina, la reina no quiere reñir al rey, el rey no quiere

reñir al alcalde, el alcalde no quiere prender al alguacil, el alguacil

no quiere prender al hortelano,

y el hortelano no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

coger mi garbancito.

Y el agua le dijo que no. Entonces fue al buey y le dijo:

–Buey, bébete el agua, que el agua no quiere apagar la candela,

la candela no quiere quemar el palo, el palo no quiere pegar al

perro, el perro no quiere morder al gato, el gato no quiere comerse

al ratón, el ratón no quiere roer el cordón a la reina, la reina no

quiere reñir al rey, el rey no quiere reñir al alcalde, el alcalde no

quiere prender al alguacil, el alguacil no quiere prender al

hortelano,

y el hortelano no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

coger mi garbancito.

Y el buey le dijo que no. Fue la hormiga al carnicero y le dijo:

–Carnicero, mata al buey, que el buey no quiere beberse el agua,

que el agua no quiere apagar la candela, la candela no quiere quemar

el palo, el palo no quiere pegar al perro, el perro no quiere morder

al gato, el gato no quiere comerse al ratón, el ratón no quiere roer

el cordón a la reina, la reina no quiere reñir al rey, el rey no quiere

reñir al alcalde, el alcalde no quiere prender al alguacil, el alguacil

no quiere prender al hortelano,

y el hortelano no quiere

arrancar su arbolito,

para que yo pueda

coger mi garbancito.

Y le dijo el carnicero:

–¿Qué no? Pues ahora mismo voy para allá y mato al buey.

La hormiga fue al buey y se lo dijo; y este contestó:

–¿Que el carnicero me quiere matar a mí? Pues yo me bebo el agua.

Cuando oyó esto el agua, contestó:

–¿Qué el buey me quiere beber a mí? Pues yo apago la candela.

La hormiga fue a la candela y esta le dijo:

–¿Que el agua me quiere apagar a mí? Pues yo quemo al palo.

Dijo el palo:

–¿Que la candela me quiere quemar? Pues yo pego al perro.

Dijo el perro:

–¿Que el palo me quiere pegar a mí? Pues yo muerdo al gato.

Dijo el gato:

–¿Que el perro me quiere morder a mí? Pues me como al ratón.

Dijo el ratón:

–¿Que el gato me quiere comer a mí? Pues yo voy a roer el

cordón a la reina.

Dijo la reina:

–¿Que el ratón me quiere roer el cordón? Pues yo riño al rey.

Dijo el rey:

–¿Que la reina me quiere reñir? Pues riño al alcalde.

Dijo el alcalde:

–¿Que el rey me quiere reñir? Pues yo prendo al alguacil.

Dijo el alguacil:

–¿Que el alcalde me quiere prender? Pues yo prendo al hortelano.

Dijo el hortelano:

–¿Que el alguacil me quiere prender? Pues yo corto mi arbolito.

 

Y así, el hortelano

arrancó su arbolito,

y la hormiga pudo

coger su garbancito.

Y colorín, colorado,

este cuento se ha acabado.

Fuentes:

La Buena Mujer y el Sermón de Pregones

La Semana Santa de Barcarrota, al igual que la celebrada en cualquier lugar cuarenta días después del carnaval, se trata de una tradición y vivencia tanto popular como religiosa.

Según algunos documentos manuscritos, custodiados por la Diputación de Cáceres, en Extremadura se tuvo noticia de la aparición de cofradías en el año 1791. En el caso de Barcarrota, pueden presumir que tenían la de Santa Bárbara Virgen y Mártir, compuesta por 110 hermanos, y la de Nuestra Señora de la Concepción, que contaba con 150. Pero, con el paso del tiempo, ambas desaparecieron y dejaron paso a la Cofradía de la Vera Cruz, Nuestro Padre Jesús Nazareno y Virgen de los Dolores que en el año 1831 vio la luz. Actualmente, ésta es conocida como la Cofradía de la Santa Vera Cruz, Hermandad de Nuestro Padre Jesús de Nazareno y Virgen de los Dolores.

 Gracias a las congregaciones devotas que existen en cualquier lugar, puede celebrarse la pascua, mayor celebración del calendario litúrgico.

En el caso de Barcarrota, los más fieles disfrutan de cada misa y procesión celebrada. De toda la programación de la Semana Santa en Barcarrota hay que destacar, entre otras, La Buena Mujer y el Sermón de Pregones.

La Buena Mujer, que tiene lugar cada madrugada del Jueves Santo al Viernes Santo, a las 7 de la mañana. Además, este acto va acompañado del Sermón de Pregones.

De este sermón, aunque no se tienen muchos datos, sí se sabe que en el año 1791 ya se realizaba porque en las anotaciones de las cofradías de aquella época, hacían alusión sobre este acto, pero no le ponían nombre. Sin embargo, en el año 1831, ya con la nueva y actual cofradía, sí la llamaban en su Libro de Actas tal cual se conoce ahora a este ritual.

A pesar de ser una tradición, en el año 1874 dejó de realizarse, pero en el año 2001 se retomó gracias a la iniciativa de Agustín Blanco Guerrero, miembro de la Cofradía de la Vera Cruz y encargado del Sermón de Pregones.

Mientras que en sus inicios se festejaba en la Iglesia de Santiago, actualmente y desde hace ya muchos años, se viene realizando en la Plaza de España de la localidad.

En definitiva, el Sermón de Pregones se basa en el pregón que dio Pilatos condenando a Jesucristo, contando con la respuesta del Ángel que pone de manifiesto y niega la injusta condena.

Una vez que el Ángel pronuncia sus palabras, da comienzo la Buena Mujer. Se trata de la narración y escenificación de los hechos acaecidos durante el camino que recorrió Jesús hasta llegar al Calvario y encontrarse con la Virgen María. Este recorrido es conocido como la calle de la Amargura.

Dicho camino es procesionado por cinco pasos: el Nazareno con la cruz a cuestas, las imágenes de San Juan, María Magdalena y Verónica (discípulos de Jesucristo) y la de la Virgen de los Dolores.

Mientras que el Nazareno siempre ha salido de la Iglesia de Santiago, recorriendo el camino más largo, la Virgen de los Dolores, acompañada por su Hermandad conformada por mujeres, sale de la Parroquia de la Virgen de Soterraño y, por su parte, los discípulos de Jesús comienzan su recorrido desde la Ermita de la Soledad, acompañados por los más jóvenes de la localidad.

Todos los pasos acaban en la plaza de España, en donde los espera la Buena Mujer desde el balcón principal del Ayuntamiento de la localidad. Ésta, que representa a la Verónica, canta varias coplas de origen mozárabe (de ahí que también sea conocida como “el canto de la Verónica”) en las cuales se relatan las acciones que deben seguir los pasos.

La Buena Mujer comienza a cantar la primera estrofa cuando ve aparecer la bandera de la Cofradía. Dice así:

Primera estrofa:

Silencio, pueblo cristiano,

que ya viene Nuestro Padre

a redimir por su mano,

a costa de su propia sangre

a todo género humano.

 

Tras ello, el Nazareno recorre la Plaza de España mientras la “Verónica” canta las siguientes estrofas:

Segunda estrofa:

Entre soldados metido,

vestido de nazareno,

con el rostro oscurecido,

viene ya el divino verbo

a redimir al cautivo.

 

Tercera estrofa:

El divino Redentor

al Calvario se dirige

con la cruz que por su amor

único remedio elige

porque viva el pecador.

Cuarta estrofa:

Un cirineo han buscado

que ayude a llevar la cruz

porque temen que Jesús

muera y no crucificado

De este modo lo han hallado,

no es por piedad ni favor.

 

Quinta estrofa

¡Oh mi Dios omnipotente!

¡Oh incomparable bondad!

Que siendo la pura fuente

de Gracia y Divinidad

te llevan cual delincuente.

 

 Ya en la sexta estrofa, momento en el que la propia Buena Mujer le limpia el rostro al Nazareno:

Sexta estrofa:

Enternecida, Señor,

al veros tan fatigado

aquí os tengo, mi Dios,

este lienzo preparado

para limpiarte el sudor.

 

En la siguiente estrofa, la Buena Mujer se acerca al Nazareno para enseñarle como su rostro ha quedado plasmado en el lienzo que le muestra. Dicho lienzo fue dibujado por Luis Cacho en el año 1948.

Séptima estrofa:

Lleno de polvo y sudor

la Verónica lo ha visto

y limpiando el rostro a Cristo,

en un lienzo fue estampado.

Bien se lo pago el cuidado

porque es muy buen pagador.

 

A continuación, llama a los tres discípulos para que, como según dice la letra de la copla, vayan a contarle lo sucedido a la Virgen María:

Octava estrofa:

Discípulos del Señor,

Juan, Magdalena y María,

si al Divino Redentor

buscáis llenos de porfía,

muestra os dará mi amor.

Novena estrofa:

Venid, hijos de Sion,

llegad todos los mortales

y llenos de admiración

llegad con efectos tales

que logréis de la pasión.

Décima estrofa:

Avisad que con presteza

venga la Madre afligida

a lograr de la fineza

que Jesús vuelva a la vida

por nuestra naturaleza.

 

Ya en la decimoprimera estrofa, el paso de los discípulos les lleva a colocarse delante de María y, es en ese preciso momento, cuando la Verónica también le enseña el lienzo:

Decimoprimera estrofa:

Madre que al Verbo encarno,

buscáis llena de dolor,

aquí tenéis estampado,

donde le limpie el sudor

del rostro a vuestro hijo amado.

 

Tras ello, la Virgen de los Dolores comienza su recorrido siguiendo a los discípulos, tal y como indican las dos siguientes estrofas. El recorrido cuenta con el obstáculo interpuesto por los soldados encargados de vigilar a Jesucristo, quienes le niegan a continuar con la trayectoria:

Decimosegunda estrofa:

Contemplo vuestro dolor

hasta el extremo más fuerte,

solo en saber que su amor

le conduce hasta la muerte

porque viva el pecador.

 

Decimotercera estrofa:

Soldados que, con rigor,

crueldad y con valentía

guardáis a mi Redentor,

dejad pasar a María

al objeto de su amor.

 

Tal y como indica la última parte de la decimotercera estrofa, con ese “Dejad pasar a María…”, el camino queda libre porque los soldados se retiran. A continuación, se produce el encuentro entre la Virgen de los Dolores y Jesús:

Decimocuarta estrofa:

Andad con Dios, Madre mía,

vuestra bendición espero

pues ha llegado aquel día

que clavado en un madero

se cumplan las profecías.

 

Como se puede ver en la última estrofa, tal y como se relata, la Virgen escucha la bendición de la Buena Mujer y comienzan el recorrido de vuelta a la Ermita de la Soledad. En ocasiones, la Verónica también canta una saeta dándole las gracias a la Virgen o pidiéndole algún favor.

Este acto, donde se refleja la Pasión de Cristo, supone el momento más importante de la Semana Santa barcorroteña debido a cómo se realiza y, llegando a emocionar a los presentes que, con su fe y devoción, lo viven cada año con la misma intensidad. Además, se trata de la tradición religiosa más arraigada en Barcarrota y por ello, desde la localidad pacense, luchan porque sea considerada una Fiesta de Interés.

Las 14 estrofas de la Buena Mujer (Barcarrota, 1999). Fotografía del Archivo Digital de Barcarrota.

 

Fuentes:

Hermanamiento Bradenton

Hernando de Soto, el explorador barcarroteño que viajó a las Américas y en cuya andanza descubrió y conquistó Florida (EE.UU.), es una figura muy importante tanto para la población extremeña como para el estado americano. Su invasión ocasionó un futuro hermanamiento que, aun a día de hoy, sigue perdurando.

El 26 de junio de 1962 es una fecha escrita a fuego en Barcarrota. Fue aquel día, mes y año cuando en la población pacense recibieron por primera vez la grata visita de miembros de la Sociedad “Caballeros de Bradenton” como homenaje a la figura del Conquistador extremeño. Y es que fue en la bahía de Tampa, zona donde se encuentra el actual Bradenton, donde desembarcó por primera vez Hernando de Soto en el año 1539.

Hermanamiento Bradenton (Barcarrota,1962). Fotografía de la Asociación de Amigos de Bradenton Barcarrota.

Desde entonces, esta visita se sigue repitiendo bianualmente, ya que el año que no vienen a España es porque las delegaciones de Barcarrota emprenden un viaje hacia Bradenton, como acto de agradecimiento y también como homenaje al explorador. Aun así, en Bradenton celebran anualmente una fiesta en donde se representa el desembarco de Hernando de Soto en sus playas, además de otras actividades relacionadas con lo que allí sucedió.

En Barcarrota reciben muy ilusionados a los americanos cada mes de septiembre. Aproximadamente 30 Caballeros de la Sociedad “Caballeros de Bradenton”, recorren las calles de Barcarrota ataviados con atuendos propios de los conquistadores españoles del siglo XVI y emulando hábitos propios de la época de la Colonización española. El abanico de personajes es bastante amplio, contando con figuras que interpretan desde al cura como hasta al propio Hernando de Soto, quien es distinto cada año ya que se va renovando.

Estos desfilan con la compañía de los vecinos de la población y también de los visitantes interesados en este y otros actos lúdicos y de honor programados en estas fiestas de comunidad y convivencia.

Pero, a pesar de todo esto, el hermanamiento no queda aquí ya que lo que les une no solo se manifiesta y festeja en una fecha que suele coincidir con la de las fiestas patronales de la localidad. Tanto en Barcarrota como en Bradenton hay avenidas, calles y centros públicos con nombres asociados a ambas comunidades, también presumen de un Monumento de Hernando de Soto, dedicado al hermanamiento. En Barcarrota dicha estatua fue inaugurada en el año 1866 y además también custodian una escultura llamada “Amistad entre dos Pueblos”, homenajeando a Edna y Bob Miller (matrimonio americano que amaban a Barcarrota) y a todos aquellos que han contribuido en las relaciones entre dos pueblos, reflejando así la unión entre América y España.

Además, existe una colaboración entre Barcarrota y Bradenton, concediendo becas educativas a los estudiantes con mejores expedientes y acogiendo unos a los otros en sus casas, proporcionando así el intercambio de culturas y experiencias entre el colegio americano Saint Stephen’s de Bradenton y el CEIP Hernando de Soto de Barcarrota. Todo esto es gracias a una asociación que hay en la población extremeña llamada “Amigos de Bradenton”, la cual aparte de facilitar el vestuario junto al Ayuntamiento de Barcarrota para el gran día festivo, ha dado también la oportunidad de que los americanos conozcan Barcarrota más allá de unas coordenadas geográficas y de que los barcarroteños crucen fronteras y puedan descubrir el lugar en donde su vecino explorador desembarcó hace siglos.

En definitiva, la conquista del explorador barcarroteño en tierras americanas dio lugar años después a un lazo histórico de dos comunidades y culturas que, a pesar de los 6980 kilómetros que las separan y aunque son totalmente distintas, cuentan con un mismo “padre”.

Hermanamiento Bradenton (Barcarrota, 2022). Fotografía de la Asociación de Amigos de Bradenton.

Fuentes:

Los Marochos

Según cuentan los más mayores de Barcarrota, antiguamente se celebraba en la localidad una fiesta con mucha magia. Se desconoce el origen de la misma, aunque en la revista de la Feria de Barcarrota del año 1984, el vecino Juan González Benegas hacía referencia a un párrafo escrito por Isabel Gallardo de Álvarez en 1942 en la Revista de Estudios Extremeños, que decía:

«Había la costumbre de hacer «estrambólicos» muñecos de paja, que vestían grotescamente y llamaban «marochos» pero formaban pareja de hombre y mujer; llevaban además el nombre particular de Juan y María.  La víspera de San Juan, por la noche, hacían en las calles hogueras y sentaban a los muñecos uno junto a otro cada uno en un sillón; cantándole la chiquillería cantares de la época y los viejos contaban cuentos, estándose entretenidos hasta las doce de la noche. Entonces los mozuelos sacaban a los muñecos de procesión por las calles y una vez recorridas todas las del pueblo arrojaban los muñecos a la hoguera y los quemaban».

Con el tiempo, esta fiesta se perdió, pero gracias al esfuerzo de la Cofradía de los Marochos, volvió a celebrarse en 1996 y tuvo una gran acogida por parte de los vecinos de Barcarrota.

Para la elaboración de los Marochos, participaban muchos socios de la Cofradía bautizada con el mismo nombre de estas fiestas, cuyos fines se basaban en recuperar y mantener las Fiestas, Tradiciones y Costumbres Populares de Barcarrota. Estos, previamente a la celebración de Los Marochos, se reunían para proponer ideas a realizar en la fiesta de cada año, aunque respetando la base del Programa Tipo, redactado por Isabel Gallardo de Álvarez.

Dicho programa aunaba la variedad de actividades que se realizan desde por la mañana hasta la noche de ese 23 de junio. Entre ellas, tenían lugar los juegos tradicionales para los más pequeños de la localidad y el concurso gastronómico en donde se premiaba al plato más bueno y original. Ya por la noche, a partir de las 23:00 p.m., quedaba constancia de que empezaba la fiesta de los Marochos con el pregón y en la que participaba la Banda de Música para ambientarla.

Banda de Música de Jerez de los Caballeros en la fiesta de Los Marochos (Barcarrota). Fotografía del Archivo Digital de Barcarrota.

Para poner en contexto, y como bien explicaba Isabel Gallardo, los Marochos (también conocidos como peleles), eran unos muñecos de trapo que representaban a un hombre llamado Juan y una mujer llamada María. Algo que no todo el mundo sabe es que eran un tanto laboriosos de hacer. En primer lugar, se solía montar el “esqueleto” de cada muñeco con madera de diferentes grosores y para conseguir la forma de los brazos y las piernas, la madera se moldeaba utilizando para ello una sierra y, para unirlas al tronco, utilizaban alambres y puntas.

Al ser de madera, los muñecos tenían un peso considerable al cual se le añadía el de las telas gruesas con las que se les forraba para darle volumen y la ropa con la que los vestían, hecha con tejidos resistentes y de colores lisos, con la finalidad de darle más realismo a las figuras. Además, éstas eran forradas de paja para que ardieran más durante la quema y también estaban complementadas con pañuelos, sombreros y botones, entre otras cosas.

Una vez listo el cuerpo, se les colocaban las cabezas sujetadas por un tubo de aproximadamente 10 centímetros de diámetro y 80 centímetros de altura, cuya base solía ser una especie de aspa con tornillos roscados (conocidos popularmente como tornillo espárrago) para que pudieran estar sujetos a los asientos de los sillones donde se los colocaban.

Para finalizar, se comprobaba si se podían mover ágilmente y si era así, estaban listos para ser los protagonistas de la fiesta.

Los Marochos eran portados por un grupo de jóvenes y los llevaban a la Plaza del Altozano, en donde los atornillaban a los respectivos sillones donde se les sentaba uno enfrente del otro, alrededor de la fuente.

Mientras, los vecinos más longevos reunían a los más jóvenes en corros alrededor de los Marochos y les contaban leyendas e historias sorprendentes, algunas de estas protagonizadas por dichos personajes.

Allí mismo, también actuaba un grupo folclórico que cantaba y bailaba tradicionales canciones, se repartían dulces (flores, jergones, etc.), caramelos y vinos artesanos a todos los presentes y se realizaba la entrega de premios de concursos (gastronómico, de dibujo, poesía…) que la Cofradía Los Marochos había propuesto con anterioridad, así como la elección del Marocho de Oro.

Francisca Sosa, vecina de Barcarrota, recibiendo el Premio Marocho de Oro (Barcarrota). Fotografía del Archivo Digital de Barcarrota.

Cuando llegaban las 12 de la noche, siendo ya día 24 de junio y por lo tanto San Juan, los mozos sacaban a los Marochos de procesión por las calles de Barcarrota, iluminadas éstas por las candelas encendidas. Durante el recorrido, los vecinos cantaban y bailaban junto al grupo folclórico hasta que, una vez recorrido todo el pueblo, los barcarroteños se colocaban alrededor de la hoguera a la que se lanzaban a los Marochos izados al mástil y se les echaba alcohol para facilitar su quema, dando así por finalizada la fiesta.

Actualmente y desde hace ya bastantes años no se festeja esta fiesta heredada del antepasado barcarroteño, suponiendo así una pérdida de una parte muy importante del Patrimonio Inmaterial de la localidad.

 

Fuentes: