El corcho de San Vicente de Alcántara
El arraigo y la conexión que San Vicente de Alcántara tiene con el corcho es innegable. Desde tiempos inmemorables, a finales de mayo y principios de junio, el hacha de los sacadores, que así es como se conoce a las personas que se encargan de sacar el corcho de los alcornoques, empieza a afilarse.
La saca
La saca es un método tradicional de extracción del corcho que se repite cada nueve o diez años, aunque para que se produzca el primer descorche tienen que pasar unos 25 o 30 años, extrayendo de esta manera el bornizo (el corcho que se obtiene en la primera extracción). El proceso de descorche debe ser realizado por obreros especializados para no dañar el árbol, quienes, con su hacha corchera, realizan cortes verticales y horizontales que ayudan a que el corcho se desprenda. Una vez descorchado el alcornoque, el corcho se apila y se lleva a la fábrica.
En todo el proceso de saca, los oficios tradicionales se han mantenido hasta la actualidad. Está la figura del manigero, que es el capataz del grupo de sacadores. Estos, a su vez, se diferencian en descorchadores, que son quienes trepan al árbol y se encargan de extraer el corcho, y los rajadores, quienes cortan las panas en tiras más pequeñas para poderlas manejar con mayor facilidad. También está la figura del juntador, que es el encargado de realizar los apilamientos del material que va quedando disperso y que, en la última fase, será llevado por el acarreador y cargado en los camiones para su almacenamiento.
Junto a todo este vocabulario típico de la saca, hay dos palabras más que siempre ha ido unido a él y que hay que destacar; el jato y la jatera. La jatera era la cama donde se dormiría durante todos los días que se permaneciera fuera de casa, estaba hecha a base de ramas de alcornoque, que formarían la estructura y las patas, y una base de escobas y retamas que servirían de colchón, todo ello cubierto por un mantón. El jato, por su parte, eran todos los útiles necesarios para llevar a cabo la saca del corcho; el hacha, la palanca, la piedra de afilar y el barril para mantener el agua fresca. Junto a ellos, a veces no podían faltar un transistor y una linterna de petaca.
Preparación
Después de que el corcho llegue a la fábrica, el primer paso es el reposo al aire libre durante unos meses. Pasado este tiempo, el corcho pasa por un proceso de cocción en una caldera a 100ºC durante 90 minutos, solo con agua, para que ningún otro producto altere sus propiedades.
Con este proceso se consigue que la corteza adquiera elasticidad y grosor, eliminando sus impurezas. Tras este proceso de cocción y su posterior tiempo de reposo, se recortan las partes más irregulares con la cuchilla y los obreros se encargarán de clasificarlas según sus cualidades y su grosor.
Transformación
Las planchas recortadas se convierten en tiras llamadas rebanadas, mediante un proceso conocido como rebaneo. Tras ello, pasan a una máquina perforadora la cual, mediante una gubia (una cuchilla en forma de tubo) se encargará de perforar y empujar los tapones fuera de la rebanada.
Una vez obtenido los tapones, se separan dos tandas; los que tienen grandes defectos y los que tienen buena calidad, pasando, tras ello, por un proceso de escogido por calidades. Este proceso se conoce como desleñado.
Tras la selección, el tapón se va a una secadora, a un pulido y a un lijado para que todos sean uniformes. Se lavan y suavizan con parafina especial para facilitar la introducción y descorche de la botella.
El marcado del tapón, con el nombre de la bodega correspondiente, será el último paso dentro de esta industria.
Todo el corcho que no sirva para hacer un tapón natural, junto a los restos de corcho que han sobrado del proceso de obtención del mismo, serán aprovechados en molinos donde se triturarán en distintos grosores que permitirán obtener varios productos. El más demandado de ellos es el tapón de aglomerado, además de las planchas de aislamiento para la construcción, calzado, automoción, etc…
Además de esto, el corcho es un elemento que se ha integrado en todos los ámbitos de la vida local, sirviendo para hacer utensilios de cocina, queseras, joyeros, bandejas, asientos, e incluso fiambreras. También, es ya una tradición en la localidad que las instituciones, asociaciones y entidades locales recurran a productos hechos de corcho a la hora de tener que realizar obsequios.
En San Vicente de Alcántara, actualmente, existen artesanos en la localidad que sirguen realizando estos enseres y que se han ido adaptando e innovado para realizar nuevas muestras de artesanía como marroquinería, bisutería o elementos de decoración, entre otros. Todo esto y mas se puede ver en el museo del corcho de la localidad.
Fuentes:
- Cuño Tarriño, David (D.L. 2018). San Vicente de Alcántara, llena de cultura
- La imagen de la portada está sacada del sitio web Visit Territorios Corcheros: https://www.visitterritorioscorcheros.es/project/museo-de-identidad-del-corcho-de-san-vicente/