Category: 01.2.3.2 Leyendas

La Leyenda de Taniças

Esta leyenda de tesoros debe su nombre a un labrador llamado Felisberto Martins, conocido como Taniças y cuenta que este señor, que trabajaba en los Montes Novos (parte que linda con la pedanía de Santo Domingo de Guzmán), soñó con una anciana. Ésta le dijo que en la Sierra de Alor estaba enterrada una estatua de un rey en oro.

Al día siguiente, Felisberto se encontraba impresionado y aprensivo. Sólo pensaba en el mensaje de aquella anciana y cada noche que se iba a dormir pedía a Dios que el sueño volviera a repetirse para poder hablar con la anciana hechicera, pero estaba tan nervioso que no conseguía conciliar el sueño.

Una noche, con el cansancio acumulado, el sueño lo venció y el sueño volvió a repetirse. Él se dirigió a la anciana y le suplicó que le dijese la forma de desencantar la estatua de oro del rey.

Entonces la anciana, fijando sus ojos en las pupilas del labrador, le dijo:

«La entrada para descubrir este tesoro está en los bajos de la Sierra de Alor, en las cuevas que allí están y que tú bien conoces. Entra y levanta la tierra que te estorbe la entrada. Así que lo hagas, encontrarás un largo corredor, tapado igualmente de tierra; sácala toda y luego verás frente a ti una casa abovedada con agua. Esa es la señal de que estás cerca; si consigues llegar al otro lado de la casa de agua, estarás en posesión de la estatua del rey.»

Y la figura de la anciana se diluyó entre las sombras del sueño.

El labrador quedó ilusionado con aquellas palabras y un día intentó encontrar, entre la variedad de cuevas de la sierra, la verdadera entrada para descubrir el tan ansiado tesoro. Como él solo no pudo hacerlo, contrató a varios trabajadores para así realizar la ardua tarea que llegó a prolongarse durante varios años.

Poco a poco las carretas de tierra fueron aumentando y el dinero del labrador consumiéndose lentamente. Ante la esperanza de encontrarlo y el descubrimiento del corredor tras varias excavaciones, pidió a los trabajadores que no dejasen de cavar hasta encontrar la casa de agua.

El tiempo pasó sin obtener el resultado deseado y Felisberto gastó todos los ahorros que consiguió reunir desde su juventud. Debido a este motivo y a la falta de energía, se vio obligado a tener que abandonar la búsqueda del tesoro.

Según cuenta la leyenda, todo fue descubierto desde el corredor a la casa del agua. Sin embargo, la estatua de oro con la esfigie del rey nunca logró ser hallada.

Unos años más tarde el labrador falleció y la leyenda de Taniças o de la Cova de Moira (como se llama en San Jorge de Alor) persiste y dura entre los campesinos como un desengaño de los sueños, las imágenes y las brujas.

Analizando esta leyenda oliventina, se considera que su origen procede de la existencia de cuevas en la Sierra de Alor y el misterio que existe por lo que puedan encerrar en su interior.

Lo que está claro es que la leyenda de Taniças tiene un claro sentido moralizante ya que nos habla de los sueños, las utopías y la inconsciencia de dejarse llevar por las ilusiones que son meramente imposibles.

Por último, cabe añadir que la esencia que se esconde en la leyenda es el deseo de enriquecimiento o la necesidad de salir de una difícil situación económica que tan extendida estaba en la sociedad en el momento en el que surgen estas leyendas.

 

Fuente:

  • Álvaro Rubio, Joaquín; Pérez Guedejo, José Joaquín (1999). Leyendas, milagros y tradiciones de la Comarca de Olivenza; Pags. 56-58.
  • Fotografía de portada: https://naturalmentebadajoz.com

La Virgen de las Nieves

Olivenza cuenta con la Ermita de la Virgen de las Nieves, situada en un pequeño cerro a unos cinco kilómetros de la población en la dirección que marca la carretera de Alconchel. La festividad de la Virgen de las Nieves se celebra todos los años el día 5 de agosto y muchos turistas se han interrogado cómo hay allí una Virgen con ese nombre siendo Extremadura una tierra de nieves infrecuentes. La respuesta se pudo obtener gracias a Joaquín, el protagonista de esta historia, que pudo contarla para que quedara claro el testimonio de lo que allí aconteció:

Joaquín era un niño de tez morena, cabello rubio, ojos pequeños pero muy vivos y delgado. No tenía aun siete años y se caracterizaba por ser un niño travieso. Su juego favorito era el escondite.

Él, hijo único de Vicenta y Juan, a pesar de ser un niño inquieto, era obediente y también muy sensible.  Los tres, siendo una familia humilde, vivían en el pueblo en una casa pequeña pero limpia y ordenada.

Una tarde de febrero Vicenta y Juan salieron con la compañía de Joaquín a coger espárragos, tradición y costumbre que tenían sus antecesores desde tiempos inmemoriales.

A pesar de los rayos de sol, había un aire desagradable que enfriaba sus cuerpos. Por ello Joaquín llevaba un chaleco rojo y unos pantalones de pana y Vicenta llevaba un pañuelo en la cabeza.

El niño iba pasos por delante de los padres, dando saltitos. Cuando divisó las matas esparragueras que había alrededor del sendero, se entretuvo a jugar con ellas sin darse cuenta de que, en una parte del sendero antes de llegar a una cuesta, sus padres giraron por un camino a la derecha y cada vez estaba más lejos de sus padres.

Vicenta se dio cuenta de que su hijo no estaba con ellos y empezó a llamar a Joaquín. Gritaba cada vez más alto y a su llantina se unió la de Juan, ambos desesperados por encontrar a su hijo. Se encontraban angustiados y no dejaron de buscar campo adentro preguntándose dónde podía estar su pequeño. Sus voces repitiendo “Joaquín” constantemente era lo único que se escuchaba allí, además de su propio eco y el viento que aumentó su velocidad mientras la niebla comenzó a tomar protagonismo a la caída del sol.

Por su parte, Joaquín se había dado cuenta de que estaba realmente solo en ese inmenso campo y comenzó a llorar en silencio mientras soltaba el manojo de espárragos que había logrado coger. La indecisión de no saber hacia dónde ir y el no saber volver a casa, hizo que se sentara en una pequeña roca que había allí cerca, al lado de un cerro poco prominente.

No había pasado mucho tiempo cuando el niño se dio cuenta de un cambio atmosférico. Ya no había viento y una luz que cada vez era más intensa, invadió un punto en lo alto del cerro. Joaquín no entendía nada, por lo que abrió sus ojos y comenzó a escuchar una música celestial y, a pocos pasos de él y entre la luz ya cegadora, apareció una Señora vestida de blanco con un manto azul. Joaquín se quedó atónito, por lo que no podía ni pestañear y abrió la boca con cara de sorpresa mientras oyó que le decía:

– Soy tu madre del cielo.

La voz y las palabras invadieron a Joaquín de ternura y sensibilidad y por ello inmediatamente se arrodilló ante ella. De nuevo la Señora volvió a hablar, esta vez para decirle:

-Ven.

Ante aquella petición y como un sonámbulo, Joaquín se levantó lentamente, atraído por la voz y la figura de la Señora y comenzó a andar hacia ella. Cuando llegó a su lado, la Señora lo protegió con su manto azul mientras lo abrazaba. El niño, que se quedó sin palabras, sentía un gozo infinito y un calor de nido le recorría todo el cuerpo. Su imaginación infantil, le hizo pensar que estaba en el lecho de plumas de Dª Julia, su maestra de escuela y llegó a pensar con alegría si no estaría ya en el cielo.

Bajo el temor de hacer desaparecer la visión, el niño estaba totalmente inmóvil y comenzó a ver como caían espesos y abundantes copos de nieve. Lo más extraordinario de todo es que a él no le tocaban porque tenía la sensación como si alrededor de su cuerpo hubiera un fuego que los derretía, por lo que Joaquín no sentía nada de frío y el calor que emanaba la figura de la Señora, le hizo dormirse profundamente.

Sus padres, Juan y Vicenta, habían sido acogidos en una huerta de los alrededores por las inclemencias del tiempo. Ya en el amanecer, con las primeras luces del nuevo día, salieron a buscarlo, pero ya no tenían ni fuerzas para gritar su nombre. Con pasos cansados, llegaron a un sitio desde donde se divisaba el cerro en donde el niño había sido testigo de la aparición. Juan logró ver una mancha roja que destacaba de los campos y dijo:

– ¡Es él, es su chaleco rojo! ¡Es Joaquín!

El tono de su voz ya era otro, como de haber resucitado. Ambos fueron corriendo al lugar y encontraron a Joaquín dormido con la cabeza apoyada entre los brazos y su semblante era tan sereno que parecía un ángel. Éste despertó ante la emoción de sus padres por haberlo encontrado y le hicieron miles de preguntas, pero el niño sólo sabía decirles:

– Vi una Señora que me tapó con su manto y me dormí. No tuve frío, de verdad, no tuve frío.

La madre lo cogió en sus brazos, creyendo que estaba delirando y dijo:

– Mira que caliente está. Juan ¿tendrá fiebre? Habrá estado soñando.

El padre lo llevó encima de sus hombros y comenzaron el camino de vuelta al pueblo. De vez en cuando el niño volvía la mirada hacia el cerro de la aparición.

Cuando llegaron al pueblo, las campanas repicaban por la misa que iba a celebrarse. El pueblo estaba sobrecogido porque la estatua de la Virgen no se encontraba en el altar de la iglesia de San Francisco.  Nadie sabía cómo había sucedido, pero la desaparición fue confirmada por el párroco.

Fue al día siguiente cuando una aldeana que venía al pueblo una vez a la semana para hacer la compra, se encontró la estatua de la Virgen desaparecida justamente en el sitio donde Joaquín había sido encontrado y recogido por sus padres.

La leyenda de la Virgen de las Nieves, al igual que otras de una índole parecida, representa la protección de la Virgen hacia todo el pueblo devoto, a sus hijos creyentes.

Junto a su manto protector, esta leyenda también aporta la justificación de la existencia de un santuario-ermita y la extensión de un culto devocional a la imagen de la Virgen.

Además, la Virgen de las Nieves se encuentra dentro de ese grupo categorizado como “damas blancas”, siendo considerada como un símbolo religioso de algunas poblaciones extremeñas y como un ser relacionado con la pureza.

04. Abril. Comunicado anv copia

Nota informativa sobre la aparición de la Virgen de las Nieves (1954). Fotografía del Museo Etnográfico Extremeño González Santana de Olivenza.

Fuentes:

  • La Virgen de las Nieves de Olivenza. Leyendas de Extremadura, 2018 http://www.leyendasextremadura.es
  • La Virgen de las Nieves. Museo de Olivenza https://museodeolivenza.com
  • Martos Núñez, Eloy (1995). Álbum de cuentos y leyendas tradicionas de Extremadura (Volumen I); Págs. 213-215 https://issuu.com
  • Álvaro Rubio, Joaquín; Pérez Guedejo, José Joaquín (1999). Leyendas, milagros y tradiciones de la Comarca de Olivenza; Pags. 39- 45.
  • López Rodríguez, Pedro Manuel. Introducción a la Mitología Extremeña. Un estado de la cuestión; Pág. 282
  • Fotografía de portada: https://www.facebook.com

 

El Milagro del Arroz de Olivenza

Tras la Guerra Civil Española, los tiempos no fueron fáciles debido al hambre y la necesidad entre todos los españoles. Por este motivo, en el país había instituciones que, estando ligadas la mayoría a la Iglesia, ayudaban a los más desfavorecidos, proporcionándoles alimentos.

Esto también sucedía en Extremadura. En el caso de Olivenza, la parroquia contaba con la ayuda de la institución Hogar de Nazaret. Lo que nunca imaginaron es lo que allí iba a suceder el 23 de enero de 1949, fecha muy importante para esta ciudad ya que allí ocurrió el milagro del arroz.

Un día como otro cualquiera, Leandra Rebollo, la cocinera del centro se dio cuenta de que la familia que les proveía alimentos no había aparecido por allí y disponía de menos de un kilo de arroz (algo así como tres tazas), algo irrisorio para la cantidad de familias que estaban esperando fuera para poder alimentarse, en concreto 200 personas.

Aun así, Leandra se dispuso a preparar un caldo con el poco arroz que tenía y mientras que echaba el arroz en la olla para que éste se cociera, se encomendó al beato pacense Juan Macías, exclamando: “Ay, beato.! ¡Y los pobres, sin comida!

Mientras el arroz se cocía, ella hacía otras labores en el centro y cuando volvió a la cocina se quedó ensimismada al ver que la olla estaba completamente llena de arroz, algo totalmente imposible por la cantidad de la que disponía y había echado.

La cocinera, asombrada por lo que estaba pasando, llamó al párroco del pueblo y a la directora del instituto, María Gragera Vargas. Ambos fueron testigos del milagro del arroz y la voz comenzó a correrse por el pueblo, por lo que no dejaban de recibir vecinos allí para ver que estaba sucediendo.

Leandra, con ayuda de más gente, logró transvasar el arroz a otras ollas, ya que este no dejaba de multiplicarse durante cuatro largas horas y no dejó de hacerlo hasta que todos los necesitados comieron y la cocinera exclamó: “¡Basta!”

Pero todo no queda en la multiplicación del arroz, sino que éste además salía condimentado y, a pesar de todo el tiempo que estuvo cocinándose, no se necesitó más carbón para que siguiera cociéndose.

Este hecho no se quedó en Olivenza, sino que viajó hasta el obispado y el Papa Pio XII puso en marcha una investigación. Los 22 testigos fueron interrogados por 14 sacerdotes por separado y las muestras de arroz fueron analizadas en diferentes laboratorios; uno de ellos el de Valencia, quien alegó que era un arroz completamente normal.

Ya en 1974, 25 años más tarde, la Iglesia consideró este hecho como un milagro y el día 28 de septiembre de 1975, el beato San Juan Macías fue canonizado en Roma.

Es el único milagro de multiplicación de alimentos que ha sido aceptado por la Iglesia después del de los panes y los peces de Jesucristo narrado por los Evangelios.

Actualmente, para conmemorar el hecho y atender al turismo religioso que visite Olivenza, la parroquia ha convertido la cocina donde sucedió el milagro en una pequeña capilla en la que el altar es un hornillo de carbón similar al que había cuando se produjo la multiplicación del arroz. Y, además, tras el altar hay un panel de azulejería historiada donde se representa el momento del milagro.

Reconocimiento del Milagro del Arrroz por parte del Papa Pablo VI. Fotografía de Extremadura Misteriosa.

Fuentes:

 

El convento encantado de Olivenza

Olivenza cuenta con un edificio con mucha historia. Su origen se data en el siglo XVI, cuando Leonor Velha, una dama de la alta burguesía extremeña, invierte su dinero en la construcción de un convento de monjas en la ciudad. Pero, debido a un retraso de la construcción del mismo, no fue hasta 1601 cuando empezaron las obras y hasta 1631 cuando el convento fue inaugurado por un obispo de Elvas, la población vecina perteneciente a Portugal.

Una vez abiertas sus puertas, entran a vivir allí las hermanas Clarisas pertenecientes a la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara, pero estas fueron sustituidas diez años después por los Monjes Hospitalarios de San Juan de Dios, debido a que Portugal se separa de la corona de Felipe IV en la Guerra de Restauración. Es por este motivo, que el convento pasó a ser el Real Hospital Militar durante dos largos siglos, en los que este edificio fue escenario de momentos de dolor, miedos, muertes de muchísimos soldados y sus respectivos entierros.

Ya en 1936, durante la Guerra Civil Española, el hospital militar pasó a ser un cuartel de la Guardia Civil, por lo que tras esas cuatro paredes murieron muchísimas personas al ser fusiladas y cuyos cadáveres eran emparedados e incluso arrojados a un pozo.

Más tarde, en 1998 y durante diez años, este cuartel que pasó muchos años abandonado, se convirtió en una Escuela de Teatro y Danza de Extremadura. Para poder ser utilizada como tal, sufrió una serie de restauraciones y, en dichas obras, fueron encontrados miles de cadáveres, lo cual confirma que este lugar fue nicho durante muchísimos años de los que un día perdieron la vida injustamente.

Aun así, los profesores y alumnos intentaron darle una nueva vida con algo tan bonito como el mundo de las artes escénicas y la danza, pero pronto empezaron a presenciar diferentes fenómenos paranormales de los que aquí se quieren dejar constancia:

  • Un día, en una clase nocturna de teatro, los alumnos estaban reunidos en la sala de actuaciones y vieron por un instante como la sombra de una mano tras el telón se movía, acariciándolo. Ellos, curiosos y ensimismados, fueron a comprobar qué es lo que había realmente detrás de aquella tela y no encontraron nada ni nadie.
  • Por su parte, Eulalia Martínez, la jefa de estudios de la escuela, afirma que algunos días que ha tenido que quedarse hasta más tarde trabando, ha podido ver sombras cruzando el umbral de la puerta de su despacho y también ha escuchado voces extrañas por los pasillos.
  • Hay un reloj que siempre detiene sus manillas a la misma hora.
  • Se han visto figuras vagando por los pasillos
  • Grabaciones de una soprano cantando acompañada por el sonido de un órgano que allí no había.
  • Llantos de personas y bebés.

En la actualidad, este edificio se halla cerrado y abandonado. Han surgido varias ideas con el objetivo de abrirlo de nuevo, como, por ejemplo, un Centro de Recepción de Visitantes del Parque Temático Natural “Tierras Gran Lago de Alqueva”.

Fuentes: